La Plaza Mayor lugar de Autos de Fe y Ejecuciones
Auto de fe de la Inquisición. Francisco de Goya (1812 y 1819) Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. (Fragmento)
Escenario de Historia
La plaza Mayor de Madrid, es como si fuese un escenario teatral delimitado por sus cuatro lienzos. En él se han ido sucediendo las manifestaciones propias de cada época a través de varios siglos como: corridas de toros, carnaval, autos de fe, juegos de tácticas bélicas… con lo cual, posee un peso histórico y significativo tan importante, que la mente escapa a imaginar todo lo allí acontecido. Nos llama poderosamente la atención cómo en este lugar eminentemente turístico al que conocemos bien, se han podido llevar a cabo este tipo de autos de fe y ejecuciones… Es lo que tiene el peso de la historia, que siempre nos sorprende. Vamos a conocer cómo se producían estas ejecuciones públicas, conocer la parte más oscura de esta espléndida plaza madrileña.

Plaza Mayor (2014. Paradas con Historia)
Autos de Fe y Ejecuciones
De la misma forma que la plaza se engalanaba para las celebraciones festivas, también se ornamentaba, con crespones negros, palcos, púlpitos, escenarios y tribunas, que indicaba que estaba todo dispuesto para sentenciar a los reos. El tribunal de la Santa Inquisición había hecho su presencia en la Plaza Mayor, con los Autos de Fe y ejecuciones públicas que allí se dieron cita.
Gracias al cuadro de Francisco Ricci, expuesto en el Museo del Prado, conocemos la disposición de un auto de Fe, de los muchos que se produjeron. Está fechado el 30 de junio de 1680 en la Plaza Mayor. Presidido por Carlos II y su esposa la Reina Margarita de Orleans, que se situaron en el número 29 del balcón de la Casa de la Panadería, el resto de balcones del edificio lo ocupaban nobles y eclesiásticos.

Francisco Rizi, “Auto de Fe en la plaza Mayor de Madrid”, 1683
La distribución que toma forma en el cuadro, es totalmente descriptiva: Observamos gran concurrencia de público, la parte izquierda de los palcos laterales lo ocupaba el tribunal inquisitorio, el dosel del inquisidor general presidía la altura de estos palcos. También se encontraba el altar religioso, en la parte izquierda de la plaza, que consistía en una cruz verde cubierta de un velo negro, cercano al estandarte procesional. Lo enmarcaban doce grandes candelabros de plata, inmediato a él, el púlpito del predicador. En el graderío derecho, había más acusados que esperaban ser sentenciados, junto a ellos los religiosos que los asistían. Los restantes espectadores llenaban los balcones en las cinco alturas de los edificios de la plaza, que generalmente se alquilaban para estas ocasiones.
En la parte central, ocupada por una gran tribuna con dos jaulas, los reos oían su sentencia por parte de los religiosos dominicos y jerónimos, que leían por turnos alegatos y defensas, la descripción del proceso y el dictamen de la sentencia, en jornadas que duraban desde la mañana a primeras horas, hasta la noche. A su alrededor secretarios y abogados representaban el papel burocrático.

Ilustración de la Plaza Mayor representando un auto de Fe. Autor. Desconocido.
La zona exterior del teatro estaban dispuestas gradas para los familiares de los inquisidores. En esta parte de la plaza había un gran escenario de madera comprendido entre las calles de Toledo y la calle Nueva, separado por una barandilla, de extremo a extremo. Era muy marcado el carácter ceremonial de los autos de fe y de las ejecuciones públicas, una cuidada puesta en escena los acompañaba como si de un espectáculo teatral se tratase. Gran parafernalia que acentuaba el poder jurisdiccional del Tribunal de la Inquisición y de la autoridad Real, para infundir en la población el respeto necesario para no contravenir en nada al dogma de fe que dictaba la Iglesia católica, que procuraba así su poder.

El prisionero nº11 de la Santa Inquisición de Christophe Belaubre
Morían en la hoguera, aunque esta ejecución nunca se realizó en el recinto de la Plaza Mayor, emplazándolo a otras partes de la ciudad. Con un público curioso, que lo presenciaba como si fuese un espectáculo más, increpando al ajusticiado e incluso arrojándoles piedras a su paso. Morir a garrote vil, era muy deshonroso, se practicaba delante del Portal de Paños, pero aún más deshonrosa era la horca delante de la Casa de la Carnicería. También se practicaban los degollamientos públicos, reservados a la nobleza, frente a la Casa de la Panadería. Las ejecuciones tuvieron lugar desde 1621 hasta 1805, con un total de cinco autos de fe y 359 ejecuciones que se llevaron a cabo en ese mismo espacio.
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